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Del Renacimiento al ciberespacio Destacado

Del Renacimiento al ciberespacio

El hombre es, sin lugar a dudas, un ser asombroso. Aunque no sea una obra maestra, lo cierto es que ha progresado más deprisa que cualquier otro ser sobre la tierra.

Hubo un tiempo en que la tierra era plana. El mundo no era más redondo que una pupila ni más lejano que una mirada, y allá donde la mirada no alcanzaba estaban los monstruos, los enemigos, o lo que es peor, el abismo, el vacío, la nada.

Entre la estática Edad Media y la dinámica Edad Moderna, una generación se hizo un hueco. Persiguió una utopía, soñó que el hombre era el centro, confundió lo divino y lo humano. Pintó la Consagración de la Primavera, esculpió a Moisés y a la Piedad, discutió en latín y en griego, endiosó a los artistas y puso a Dios a la altura de los hombres. Aquella generación renacentista transmitió un nuevo concepto del individuo, supuso una afirmación vital y devolvió al hombre la confianza en sí mismo.

El siglo XV desapareció en los límites de una gran cascada, y en su lugar apareció un nuevo siglo más grande y redondo, con las miras puestas en el infinito. Los griegos tenían razón, la forma más perfecta era el círculo. La historia de la humanidad ha sido, desde entonces, la historia del progreso, de la adaptación, del cambio. La historia de un futuro que pasa tan veloz como el pensamiento, enfrentando al ser humano con su propia capacidad de talento. 

En los últimos quinientos años el hombre ha logrado abarcar el infinito y luego lo ha rodeado con severas teorías matemáticas. Ha colmado su existencia reduciendo la vida a un frágil tubo de ensayo y ha sido capaz de subir al cielo, pero lo ha hecho tan deprisa, que hasta el cielo se le ha quedado pequeño. Ahora el planeta entero es un símbolo redondo del progreso, con un nuevo renacimiento más vertiginoso y fugaz que se pierde en los límites del ciberespacio. Otro mundo desconocido donde el hombre y su universo forman un inmenso agujero.

 

©pedrosolertv 2016